Sin Linger no hay beso
Siglos de educación judeo-cristiana han llevado a casi todas las mujeres a temer ese momento, por otra parte tan ansiado. Las dudas se instalan en sus mentes y les impiden disfrutar plenamente: ¿le gustará hacerlo o lo hace sólo para después poder reclamar un trato recíproco? ¿permanecerá ahí el tiempo suficiente? y sobre todo ¿sabrá bien?
Para acabar con parte de esas conjeturas, llega Linger que sólo puede ser definido como el caramelito Smint para el chocho. Adiós a los malos sabores, bienvenida al cunilingus prolongado y satisfactorio.
No os perdáis el relato de cómo nació el producto, una bonita historia de amor con ese toque exótico que tanto gusta a las mujeres.
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